Desde 1976 hasta 1987, Andy Warhol capturó un sinfín de fragmentos y retazos de la vida cotidiana, particularmente aquellos procedentes de su recorrido por distintas ciudades (sobre todo Nueva York, pero también Londres y París). Estas imágenes dan a entender la importancia que Warhol concedía a la práctica fotográfica que está sin duda en la base de gran parte de sus obras de mayor renombre (por ejemplo en los retratos de Elizabeth Taylor, Marilyn Monroe, Elvis Presley, MickJagger, Mao-Tse-tung).
La muestra se compone de una selección de 36 fotografías de edición única, en blanco y negro, en las que la celebración de lo cotidiano, lo corriente y lo trivial adquiere valor artístico y simbólico en la sociedad contemporánea.
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