Cargan un silencio cómplice con los desastres naturales mejor guardados "Epicentros" que nadie se atrevería a explorar sin antes haber caminado: sobre ellas bajo ellas tras ellas. Secretos que se guardan a sí mismos.
Portadores de un peso que las manos intentan aliviar, poseídas por su propia carga, una que hay que liberar. Manos que avanzan sin miedo pero atentas a lo que el travertino les calla, un aliado más fuerte que ellas. Siempre hay sorpresas, una veta anaranjada un color verde por dentro.
La poeta Raquel Jodorowsky lo dejó escrito antes de irse a mejores mundos: Están vivas, sientes. Están vivas, también, estas manos ajadas que cincelan que taladran que no tratan de romper si de entrar / sumergirse en otras vetas otras venas.
Alabastros o piedras de Huamanga / unos más colorados otros más naranjas otras más verdes / esperan. Dos piezas de travertino llevan marcados los vaivenes de la selva. Dos manos resecas las tocan con ternura y respeto. Dos ojos ven patas de pájaros en esos surcos, como si hubieran aparecido solas porque ellas quieren. Arriba vuelan loros de cabeza roja. Piedras de La Oroya y Huancayo y Puerto Supe piden agua toman agua brillan agradecidas reviven. Otro travertino con vetas de ónix espera una esquina silenciosa. El ónix refleja luz.
Nada es estático dice una voz cuando llega el silencio.
El mar está en todos lados.
María Luisa del Río
Desde el 2 de Julio
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